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miércoles, 26 de octubre de 2011

El mercado negro soviético


La economía sumergida

Las más desastrosas consecuencias de las ‘reformas’ económicas de los periodos de Jruschov y Brezhnev fueron el crecimiento de la empresa privada, la economía sumergida y los estratos que se beneficiaban de su crecimiento. La economía privada, reducida a la mínima expresión bajo Stalin, emergió con mayor vigor bajo Jruschov, tuvo un crecimiento floreciente durante la época de Brezhnev, e inundó los principales sectores de la economía soviética con el inusitado celo de Gorbachev.

Aparte de ser una fuente alternativa de ingresos, la economía privada, tanto la legal como la ilegal, generó una corrupción y una criminalidad generalizadas, dio un nuevo estímulo a las ideas, los sentimientos y los pensamientos teóricos que justificaban la empresa privada, le dio argumentos a los críticos del sistema socialista soviético, y proporcionó una base material para la restauración del capitalismo en la URSS. De forma inevitable, la economía privada legal trajo consigo actividades ilegales, que adoptaron una multitud de formas, penetrando finalmente en todos los aspectos de la sociedad soviética, siendo el robo de la propiedad del Estado su forma más común...

Además del pillaje a precio de ganga, bajo cuerda, el robo de la propiedad del Estado adquirió dimensiones escandalosas. Con el tiempo, esta actividad dio origen a una clase de capitalistas clandestinos en el verdadero sentido de la palabra, que hicieron masivas inversiones de capital, organizaron la producción a gran escala, que contrataron y explotaron a trabajadores, y dispusieron de comodidades en el mercado negro. Konstantin Simis, un eminente abogado soviético que representó a varios de estos empresarios clandestinos en los años 70, relató después su experiencia en un libro titulado: URSS – la sociedad corrupta, con el siguiente subtítulo: ‘El mundo secreto del capitalismo soviético’ (Simon & Schuster 1982). Hablaba de “una red de fábricas privadas… extendida a través de todo el país”, que se contaban por decenas de miles, y que fabricaban “géneros de punto, zapatos, gafas, discos de música popular occidental, bolsos, y muchos otros artículos”. Estos fabricantes iban desde los propietarios de “un simple taller” hasta “clanes familiares multimillonarios” que poseían docenas de fábricas.

Hacia 1960, según Grossman, “la economía en la sombra de la Unión Soviética ya estaba institucionalmente madura y tenía un tamaño notable”; “se expandió, creció y prosperó – bajo Brezhnev (1964-82) gracias a una negligencia benigna, cuando no un apoyo tácito”.

La economía sumergida sentó las bases para el surgimiento y el crecimiento, por una parte, del crimen organizado, y por otra de todo un estrato de disidentes pequeño-burgueses, que enarbolaban la consigna de libertad: libertad para propagar el oscurantismo religioso; libertad para explotar, hacer dinero y no trabajar; libertad para escribir y publicar cualquier cosa, incluyendo especialmente material crítico con el socialismo y sus logros. Espoleados por el desarrollo de la economía privada y las tergiversaciones del marxismo-leninismo, iniciadas por el liderazgo jruschovista, así como por el apoyo material e ideológico que recibieron del campo imperialista, estos grupos disidentes, que se contaban por decenas de miles a mediados de los años 80, promovieron el individualismo burgués y la codicia. Mientras vomitaban su veneno contra todo lo que oliera a socialismo, llevaron a cabo una verdadera campaña en favor de la propiedad privada, la libre empresa, el mercado libre y otras ‘libertades’ burguesas.

A lo largo de treinta años, desde el ascenso de Jruschov a la Secretaría General del PCUS, la economía sumergida fue creciendo cada vez más. Según algunos expertos, en algunas regiones de Rusia y Ucrania, entre 1965 y 1989, era bastante dudosa la correspondencia entre los ingresos por una parte, y los gastos y los ahorros por otra, con unas cantidades de dinero gastadas o ahorradas que excedían cada vez más los ingresos legales. Más tarde, la economía sumergida creció a un ritmo más elevado que la economía soviética principal. Según la mayor especialista soviética en economía sumergida, T.I. Koriagina, del Instituto de Investigación Económica de la URSS, mientras la renta nacional oficial y el valor de los bienes y servicios crecieron cuatro o cinco veces entre principios de los 60 y finales de los 80, la economía sumergida lo hizo dieciocho veces.

Koriagina también calculó que el valor anual de los bienes y servicios ilegales creció de aproximadamente 5 billones de rublos a principios de los años 60, a 90 billones de rublos a finales de los años 80, mientras que la renta nacional fue de 146 billones de rublos y de 422 billones de rublos en los periodos respectivos. Según sus datos, la economía sumergida representaba aproximadamente un 3.4 por ciento de la renta nacional en 1960, un 20 por ciento en 1988 y un 12.8 por ciento en 1990 (la cifra más baja en 1990 se explica por el hecho de que en 1990 fue legalizada una parte de la economía anteriormente ilegal). Luego, según Koriagina, en 1988 el total de la riqueza privada acumulada de forma ilegal ascendía a 200-240 millones de rublos, lo que representaba un 20-25 por ciento de toda la riqueza privada.

Debido a que los cálculos de Koriagina se refieren solamente a la economía ilegal, para hacernos una idea de la totalidad de la actividad económica privada, estamos obligados a añadir a sus datos los de la economía privada legal. Esto implicaría que la dimensión de toda la actividad económica privada, incluso con una estimación conservadora, se elevaría en diez puntos porcentuales.

Koriagina también calculó que en 1988 el total de la riqueza privada, acumulada a través de actividades económicas ilegales, ascendía a 200-240 millones de rublos, lo cual representaba el 20-25 por ciento de toda la riqueza privada en la URSS. También calculó que el número de personas que trabajaban en el sector ilegal de la economía (sumergida) privada pasó de ser de menos de 8 millones de personas a principios de los años 60, a 17-20 millones (6 o 7 por ciento) en 1974, y aproximadamente 30 millones (sobre un 12 por ciento de la población) en 1989. Si se incluye la economía privada legal, entonces a finales de los 70 la población urbana (un 62 por ciento del total) obtenía alrededor de un 30 por ciento de sus ingresos totales de fuentes no-oficiales, tanto de la actividad privada legal como de la ilegal.

Así fue como Gregory Grossman, un académico americano, escribiendo en 1988, resumió el alcance de la economía sumergida: “Durante las últimas tres décadas de la era soviética, la actividad económica ilegal penetró en cada sector y en cada rincón de la economía; adquirió todas las formas concebibles; y operó en una escala que iba desde la más mínima y modesta hasta la más gigantesca y lujosa”. (‘Soberanía subvertida: el papel histórico de la disidencia soviética’).

Algunos de los que estaban implicados en esta economía privada legal o ilegal, se hicieron muy ricos y se dieron a conocer como los “nuevos ricos de Brezhnev”. Cuanto más crecía la economía ilegal, más minaba la economía soviética legítima. Puesto que la economía sumergida implicaba el robo de material y tiempo al sector estatal, no podía resultar de ello otra cosa que una enorme reducción de la eficiencia del sector estatal, y por añadidura desacreditar a éste.

La economía sumergida tuvo una influencia muy corruptora en los dirigentes del Partido y del Estado, ya que la producción y las ventas ilegales requerían el soborno de un número considerable de dirigentes del Partido y de funcionarios del Estado. Y cuanto más extensa y organizada se volvía la economía sumergida, tanto más crecía la corrupción, ya que dicha actividad no podría haber durado ni un mes de no ser por la venalidad de algunos miembros del Partido y de la administración del Estado.

Ya en 1960, la economía sumergida soviética había adquirido un tamaño y un alcance considerables, y la corrupción había penetrado en los niveles más elevados del Partido. La mano derecha de Jruschov, el Primer Ministro y Secretario del Comité Central, Frol Kozlov, se vio obligado a dimitir después de que las autoridades descubrieran piedras preciosas y un fajo de billetes pertenecientes a él en la caja fuerte de un funcionario fallecido de Leningrado. Kozlov lo había recibido como parte de un pago para que detener los procedimientos judiciales contra los empresarios ilegales.

Así fue como Alexander Gurov, un oficial de policía en la URSS, describió el origen y el desarrollo de la corrupción en el Partido desde Jruschov hasta el periodo de Gorbachev, y su inseparable relación con el surgimiento y el desarrollo de la economía ilegal y el crimen organizado: “[El crimen organizado] estaba abocado a aparecer tan pronto como nuestro sistema se liberalizara, y ello ocurrió en el llamado deshielo en los años 60 cuando Nikita Jruschov estuvo en el poder. …Era imposible imaginarse poderosos grupos de crimen organizado bajo Stalin. …Lo que tuvimos después en nuestra sociedad fue la norma moral del saqueo. Y por supuesto, todo ello se hizo totalmente en interés de la burocracia instalada en el Partido. Por ejemplo, ya en 1974 teníamos una llamada ‘mafia comercial’ en Moscú con representantes en los organismos más importantes del Partido. Si por aquel entonces, yo o cualquier otro hubiéramos tratado de avisar al pueblo acerca del peligro de la economía en la sombra, los liberales se habrían reído de nosotros y el gobierno nos habría tachado de locos. Pero así fue como comenzó. Y el gobierno permitió que eso ocurriera, por motivos que deberían darnos que pensar. Comenzó con Jruschov y se desarrolló con Brezhnev. Pero fue en la era Gorbachev cuando el crimen organizado realmente se hizo poderoso en nuestro país.”

Mediante las ‘reformas económicas’, los jruchovistas crearon las condiciones para el crecimiento de la economía sumergida, que a su vez minó la economía de planificación centralizada socialista, generó descrédito hacia la eficacia del socialismo y la eficacia de la planificación, y junto con la corrupción generalizada, destruyó la fe de la clase obrera soviética en la integridad del mismísimo Partido Comunista. Al mismo tiempo, la economía sumergida sentó las bases materiales para el surgimiento de un estrato social cuyos intereses en última instancia no podían ser satisfechos dentro de los límites del socialismo. Así, fueron preparadas las condiciones para la restauración del capitalismo.

Mientras esta actividad de erosión, destinada a destruir el socialismo y restaurar el capitalismo, se iba produciendo a un ritmo cada vez acelerado, el liderazgo revisionista se dedicaba a engañar a las masas soviéticas con fanfarronerías, por no decir que mentiras, acerca de que la URSS se estaba encaminando a todo vapor en dirección hacia la fase superior del comunismo. Mientras se llenaba los bolsillos protegiendo a criminales y empresarios ilegales, Kozlov aseguraba a los delegados del XXII Congreso del PCUS, sin la menor vergüenza: “…en la sociedad soviética ya no existe una base social sobre la que pueda surgir una corriente oportunista en el partido” (John y Margrit Pitman, La coexistencia pacífica – su teoría y su práctica en la Unión Soviética, 1964, pág. 69).

En realidad, la presencia de la influencia burguesa (que en aquel momento estaba siendo plenamente alimentada) era la fuente interna del revisionismo (oportunismo), así como la rendición ante las presiones imperialistas (de la que el liderazgo jruschovista era cada vez más responsable) era su fuente externa. De manera muy característica, mientras negaban la existencia de clases y de la lucha entre ellas en la URSS, los jruschovistas se pusieron de lado de los estratos burgueses, hicieron sus propias ‘reformas’, atentando contra el proletariado, y al final consiguieron convertir la dictadura del proletariado en una dictadura de la burguesía – de corte mafioso.

No sólo los marxistas-leninistas, sino también perspicaces analistas burgueses captaron la esencia oportunista del programa y de las políticas de Jruschov y sus sucesores revisionistas. Escribiendo en 1975, Mosche Lewin hizo esta observación: “Es impresionante descubrir que muchas ideas del programa anti-stalinista de Bujarin de 1928-29 han sido adoptadas por los actuales reformadores”.

En los años 60, tres de los cuatro mayores institutos de economía estaban dominados por economistas favorables a la economía de mercado. La repudiación completa y total del socialismo, la abierta propagación de la economía de mercado, y la restauración del capitalismo en la URSS, sólo tienen sentido si se interpretan como una continuación y una implementación del programa revisionista (oportunista) de los Bujarin y Jruschov, cuya esencia no era otra cosa que la capitulación ante la burguesía.

La actividad económica ilegal, el robo, la corrupción, el hurto, con la creciente desigualdad que conllevan, acabaron minando la fe del pueblo soviético en la justeza de su sistema. Así, mientras creaba un estrato de potenciales capitalistas, la economía sumergida destruyó la fe del pueblo en el socialismo al convertir el poder del dinero en un polo de atracción opuesto al PCUS.

Harpal Brar, extracto del Prefacio a su libro Perestroika

Tomado de Citas Marxistas