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sábado, 27 de marzo de 2010

La última ofensiva de la Wehrmacht: La batalla del Lago Balatón y la liberación de Hungría

Localización del Lago Balatón en Hungría

El Lago Balatón

La caída de Budapest, el 13 de febrero de 1945, no debilitó los afanes de Hitler de retener aunque fuera Hungría, no obstante el peligroso desarrollo de los hechos en la dirección de Berlín. En Hungría occidental y en Austria se encontraban las últimas regiones petrolíferas y plantas refinadoras a las que entonces tenía acceso el tercer Reich, y cuya producción necesitaban las tropas de tanques y la aviación alemanas. Además que la pérdida de Hungría significaba la entrada de las tropas soviéticas en el territorio de Austria y la creación de una amenaza directa para las regiones meridionales de Alemania.

Todo esto predeterminó la decisión del mando alemán de lanzar enérgicos contraataques desde las plazas de armas que se encontraban al sur del Danubio. Con tal objeto, en Hungría occidental fue concentrada una nutrida agrupación, reforzada con el 6º ejército de tanques trasladado del frente occidental, bajo el mando del general Zepp Dietrich y con otras fuerzas. Hacia comienzos de marzo la integraban 31 divisiones, entre ellas 11 de tanques, 5 grupos de combate y una brigada motorizada. En total, la agrupación la formaban mas de 430 mil soldados y oficiales, mas de 5.600 cañones y morteros, unos 900 tanques y 850 aviones...

El propósito del enemigo tenía en cuenta la derrota del tercer Frente ucraniano, pues contra este fue lanzado el grueso de del grupo de ejército Sur. Según el plan, el ataque principal se lanzaría desde la región situada entre los lagos Vedenie y Balatón, con el objeto de fragmentar el tercer Frente ucraniano y de alcanzar el Danubio. Después de aquello debían desarrollar la ofensiva hacia el norte y ocupar Budapest y, una parte de las fuerzas enfilar hacia el sur. Los golpes auxiliares fueron también lanzados al sur del lago Balatón por las tropas del grupo de ejércitos “E”, desde la ribera oriental del río Drava. En el caso de la realización de este plan, los fascistas confiaban en estabilizar el frente por la ribera occidental del Danubio y trasladar las fuerzas liberadas, sobre todo las divisiones de tanques, a las afueras de Berlín.

Sin embargo, los preparativos del enemigo no fueron una sorpresa para el tercer Frente ucraniano. El general Serguei Ivanov, quien comandaba entonces el Estado Mayor del frente lo testimoniará así:

“Desde mediados de febrero que nuestra Inteligencia comenzó a constatar la concentración de una agrupación de tanques considerable en la región del lago Balatón. Cuando esto fue informado al Estado Mayor general, este dato fue tomado en un comienzo con desconfianza. Incluso el jefe de este organismo, Alexei Antonov, conversando el asunto con el comandante el frente, Fedor Tolbujin preguntó, confundido: ¿Quién puede creer que Hitler retiró el sexto ejército de tanques de las SS para lanzarlo contra el tercer frente ucraniano, y no a las afueras de Berlín, donde se prepara la última operación para la derrota de las tropas fascistas?
En realidad es difícil creer que el enemigo, en condiciones en que las tropas soviéticas se encuentran a 60 kilómetros de Berlín va a lanzar sus unidades de tanques a Hungría y organizar allí una contraofensiva”.

Sin embargo, la veracidad de la información sería confirmada pronto. Y como resultado, el mando soviético tomó medidas para reforzar el frente del mariscal Tolbujin. En particular le fue entregado el 27 ejército del 2º Frente de Ucrania y algunas unidades de la reserva. A principios de marzo, o sea, antes del comienzo de los hechos decisivos, a disposición de Tolbujin había ya 400 mil hombres, unos 7 mil cañones y morteros, 400 tanques y cañones autopropulsados y unos mil aviones. En otras palabras, el enemigo contaba con una leve supremacía en hombres, y el doble de tanques. Pero las tropas soviéticas se aprestaban a enfrentar al adversario en líneas defensivas ya preparadas.

La ofensiva de los alemanes comenzó el 6 de marzo. Los primeros ataques fueron lanzados en el límite del río Drava y, al sur del lago Balatón. En la región del Drava, las fuerzas del ejército “E” eran enfrentadas por el primer ejército búlgaro y el 3º de Yugoslavia. Como resultado de la avalancha masiva, el enemigo logró cruzar el río y crear dos plazas de armas en la ribera norte. Pero ya no pudo lograr mas, pues, el mariscal Tolbujin envió unidades del Ejército Soviético de apoyo a las tropas yugoslavas y búlgaras. Con esfuerzos coordinados fue detenido el enemigo y, seis días mas tarde habían sido ya eliminadas las plazas de arma alemanas en la ribera norte del Drava, aunque los combates en ese tramo se prolongarían hasta el 22 de marzo.

Al sur del lago Balatón, el segundo ejército de tanques alemán abrió en un tramo estrecho una cuña en la defensa de las tropas soviéticas. Pero, allí también fracasaron los hitlerianos. En mando del 57 ejército soviético que se defendía en esa dirección lanzó al combate las tropas de la segunda línea y contraatacó al enemigo.

El golpe principal entre los lagos Vedenie y Balatón eran lanzados por el sexto ejército de infantería y al sexto de tanques de las SS. Valga destacar que a disposición de Zepp Dietrich estaban los denominados “tigres reales”, la última palabra en la construcción alemana de tanques, en los que tenían cifradas grandes esperanzas. Sobre la potencia del ataque habla el hecho que el enemigo lanzó al combate cientos de tanques y cañones de asalto. Aquel embate crecía con el paso de los días. El 8 de marzo, el mando nazi arrojó a la batalla lo que le quedaba de su agrupación. El 10 de marzo, en la dirección del golpe principal participaban mas de 450 tanques enemigos y cañones de asalto. En algunos tramos estaban concentrados hasta 60 tanques por kilómetro. El 14 de marzo, el mando del grupo “Sur” lanzó a la ofensiva sus últimas reservas, la sexta división de tanques. Empero, lo máximo que pudieron lograr los fascistas fue adentrarse, entre 12 a 30 kilómetros en las tropas soviéticas al Este del lago Balatón. Empero fueron incapaces de hacer lo mismo en la defensa del tercer frente de Ucrania.

En mando del tercer frente de Ucrania tenía una rica experiencia en cuanto repeler los ataques de tanques. La había adquirido en Stalingrado. Allí el 57 ejército que encabezaba tuvo que enfrentar el embate del 4º ejército de tanques de la Wehrmacht, que desde el Cáucaso fue enviada por Hitler hasta Stalingrado. Entonces, fracasó el intento del enemigo de ocupar Stalingrado desde el sur. Y posteriormente tuvo mas de una vez que frenar a los generales de tanques de las fuerzas alemanas, incluso durante la operación anterior de Budapest.

En la operación de Balatón también, sus hábiles maniobras con las tropas y los medios antitanques permitieron crear en los tramos mas importantes una densidad de hasta 160 a 170 cañones por kilómetros de frente, y la firmeza de las unidades soviéticas, la maestría de sus soldados y oficiales anularon todos los esfuerzos del enemigo. Habiendo sufrido mas de cuarenta mil bajas, mas 500 tanques y cañones de asalto, 300 cañones y morteros, el 15 de marzo se vio obligado el enemigo a cesar la ofensiva y pasar a la defensa. El jefe del Estado Mayor de las fuerzas de infantería, Heinz Guderian describe así el desarrollo de los hechos:

“Finalmente desaparecieron todas las posibilidades de éxito. Se había agotado el elevado espíritu de combate de las divisiones SS que se mantenía hasta ahora. Con el apoyo de los tanquistas que combatían tenazmente y en contra de las ordenes se replegaban unidades enteras. En esas divisiones ya no era posible confiar”.

Por su parte, el general Kurt von Tippelskirch, cuenta sobre la reacción de Hitler ante la derrota en la región del lago Balatón.

“Las divisiones SS empleadas en esa ofensiva, incluidos los destacamentos de su guardia personal, en los que confiaba como en una montaña infranqueable, no resistieron: se les agotaron las fuerzas y la fe. Hitler, en un ataque de locura ordenó retirar de las mangas los signos con su nombre”.

Un momento interesante. Para el cumplimiento de esta orden, Hitler se proponía enviar a Guderian a Hungría. Pero este fue capaz de desasirse de la misión que se le encomendaba, argumentando que era una prerrogativa de Himmler, como jefe de las SS y responsable del estado de su disciplina. Y este tuvo que aceptar la misión. Heinz Guderian, con una nota de mofa apuntaba que no merecía el afecto especial de las tropas SS para el cumplimiento de esta tarea. A propósito, Guderian no iba a durar mucho como jefe del Estado Mayor de las fuerzas de infantería. Dos semanas mas tarde fue removido por Hitler con un pretexto plausible. Guderian fue enviado de vacaciones para restablecer la salud.

La última ofensiva de las fuerzas armadas alemanas, la operación de Balatón fracasó rotundamente, así como todos los intentos del mando nazi de detener el avance de las tropas soviéticas en el flanco meridional del frente. Curiosamente, en los días de los duros combates defensivos, el mariscal Tolbujin logró conservar las fuerzas indispensables y medios para el paso a la ofensiva. A disposición suyas estaban el 9º ejército de la guardia y el 9º de tanques. La ofensiva comenzada el 16 de marzo por Tolbujin derrotó el flanco izquierdo del frente alemán. Cerca de la ciudad de Sekeshfeherwar, ocupada el 23 de marzo, fue rodeado el 6º ejército enemigo de tanques y los restos de este pudieron escapar en el último momento. Sin embargo, decenas de miles de soldados y oficiales alemanes perecieron en los campos contiguos al Danubio.
El general Hans Frisner, jefe del grupo de ejércitos “Sur”, destituido por Hitler en diciembre de 1944, en su libro “Batallas perdidas”, caracteriza de la siguiente manera los hechos de la segunda mitad de marzo en Hungría:

“Los restos del grupo de ejércitos, extenuados en los incesantes combates defensivos no pudieron ya resistir el embate de las fuerzas enemigas de considerable superioridad”.

En los primeros días de abril, Hungría fue del todo liberado por el ejército soviético. Estaba abierta el camino a Austria y, por consiguiente a los límites meridionales de Alemania. Al mismo tiempo creció la amenaza para las agrupaciones de las tropas alemanas que quedaban en Yugoslavia y Checoslovaquia.

Tomado de La Voz de Rusia