Entrada al centro Tarará
Fidel recibiendo a los niños
Con la catástrofe de Chernobil muchos abrieron los ojos, pero pocos extendieron la mano, y entre esos últimos ha estado siempre el pueblo de Cuba, a pesar de la difícil situación económica que atraviesa, porque la solidaridad humana está entre sus riquezas más esenciales.
Vista panorámica del centro
Villa Amistad, en Tarará, es para muchos un lugar bendecido por el tiempo y los sueños, un pedacito de vida, de esperanzas... localizado a unos 20 kilómetros al este de la capital, muestra más allá del agradable espectáculo que conforman su conjunto arquitectónico y el mar, la inmensidad de nuestros sentimientos solidarios.
Aquí se desarrolla desde 1990 el programa de atención médica integral, creado por Cuba para la rehabilitación de las víctimas del accidente nuclear de Chernobil, ocurrido el 26 de abril de 1986.
Más de 24 mil personas, de ellas 20 423 niños, han sido tratadas en Cuba como parte del programa de atención médica integral creado por nuestro país para rehabilitar a los afectados por el accidente de la Central Electronuclear de Chernobil, el 26 de abril de 1986.
El programa tiene un impacto significativo en la salud y recuperación de los niños y sus familias, por lo cual Cuba continuará recibiendo pacientes mientras Ucrania lo necesite, aseguró Julio Medina coordinador general del programa...
Desde 1990, fecha en que se inició el Plan de rehabilitación, el antiguo campamento de pioneros de Tarará ha acogido a niños procedentes de Rusia, Bielorrusia, Ucrania, Moldavia, Armenia y de otros países europeos. Cada año arriban a la Isla entre 700 y 800 infantes, principales beneficiados con el programa humanitario.
Hasta la fecha, explica el doctor Medina, se han realizado seis trasplantes de médula ósea y dos de riñón, además de cirugías cardiovasculares por malformaciones congénitas.
En Ucrania se valora mucho la actitud de Cuba, y la profesionalidad de sus médicos. La mejor muestra de ello está en el gran número de pacientes que cada año retornan curados a su país, destacó la doctora Nadiezhda Guerazimenko, coordinadora del Programa en Ucrania.
El plan se caracteriza por su alto valor humano y solidario; no damos lo que nos sobra, sino compartimos lo que tenemos, señaló el doctor Medina.
Los propios pacientes sacan sus cuentas. "En mi país, el tratamiento que recibe mi hijo me costaría 80.000 euros (105.362 dólares)", dijo Natalia Kisilova, madre de Mijaíl Kisilov. El joven de 15 años nació con una oreja sin pabellón auricular ni conducto auditivo y con pérdida de audición. Médicos adscriptos al programa que trabajan en Ucrania valoraron su caso y lo enviaron hasta aquí hace dos años. Cual orfebres, profesionales cubanos iniciaron de inmediato un tratamiento encaminado a corregir la malformación. "Vivíamos en la zona del accidente y en los últimos años nacieron al menos cuatro niños con problemas similares a los de mi hijo... Yo no tengo dudas de que es consecuencia del accidente", afirmó Kisilova, quien considera que este programa médico es "el más humanitario del mundo".
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Tomado de Chernóbil, programa humanitario cubano