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jueves, 8 de julio de 2010

Según las leyes del internacionalismo


Muchos años después del final de la guerra, en la época del florecimiento de los jardines, en una de las callejuelas de la ciudad lituana de Raseiniai se traslucía la figura de un hombre que observaba todo y a todos con gran atención, Con él entabló conversación una mujer. Esta se interesó: ¿no estará buscando a alguna persona? Naturalmente, si.

El se llamaba Yakov Bondar, llegó de Kiev. En 1944 combatió en estos lugares, fue herido y lo salvó una mujer ya entrada en años, cuyo nombre no olvidará jamás: Kaze Kleinauskiene.

Al fin, la casa en donde alguna vez encontró refugio aparecía ante él. Una joven (nieta de aquella mujer) recibió al ex soldado. Ella recordó como su abuela, que ya había fallecido después de arrastrar al interior de su casa al soldado, le vendó las heridas le dio a beber una infusión de hierbas y empezó a rogar a Dios para que el combatiente sobreviviera y para que no llegaran de improviso los hitlerianos... Al cabo de varios días, los soldados soviéticos que liberaron la ciudad, se llevaron consigo al herido…

Cada año Yakov Bondar visita Raseiniai. La casa, donde fue salvado por una mujer lituana, se convirtió para él en tan próxima, tan natal, como su propia casa de Ucrania.

Existe un proverbio que reza: “En las dificultades se conoce a los amigos leales”… Los pueblos de las repúblicas soviéticas sufrieron juntos numerosas desgracias, sufrieron duras pruebas: en los años de lucha contra la autocracia zarista, en el periodo de combate contra los contrarrevolucionarios y la intervención extranjera y, sobre todo, durante los años de la invasión nazi…

En los terribles y duros días de la guerra, en tierra uzbeka encontraron refugio muchos lituanos, que, hasta hoy día, recuerdan con agradecimiento la hospitalidad uzbeka. Los niños fueron rodeados de grandes cuidados. He aquí como, el 24 de enero de 1943, el corresponsal del periódico “Tarybu Lietuva” describió su visita a una de las guarderías de Tashkent (capital de la RSS de Uzbekia): “La sala del jardín de la infancia es modesta no obstante, el árbol de Navidad está adornado con buen gusto, a su lado descansa el Papá Noel. Las serias caras de los niños se ponen radiantes. Los fascistas les quitaron lo más preciado para ellos: a sus padres, sus familiares, sus escuelas. La fraternal república uzbeka es su nueva patria”.

Debido a esto es comprensible que cuando en Tashkent, en 1966, ocurrió una gran desgracia: un devastador terremoto que dejó sin techo a cerca de 70 mil familias, en ayuda de la república del Asia Central junto con otros pueblos del país, llegaron constructores y obreros de Lituania. Hoy día, los habitantes de esta ciudad agradecen a los huéspedes de la república soviética occidental: “Gracias. Han construido muy bien”.

No obstante, no solo difíciles pruebas y desgracias han corroborado la solidez de los lazos de la unión de grandes y pequeños pueblos del país. El quehacer laboral cotidiano, la ayuda mutua económica unifican perfectamente a personas de diferentes nacionalidades. Hay en el occidente de la URSS un punto en donde colindan tres repúblicas soviéticas: Bielorusia, Letonia y Lituania. En este lugar se extiende el mayor de los lagos del territorio de la RSS de Lituania, el Druksiai. En 1953, las tres repúblicas conjuntaron sus fuerzas y construyeron en este lugar la central hidroeléctrica “Amistad de los pueblos”; en comparación con los gigantes de la electro energética como las hidroeléctricas de Lituania y Kaunas, la átomo eléctrica en construcción, la central “Amistad de los pueblos” parece una “gota” en el mar. Pero en aquel entonces esta central fielmente servía a los campesinos, de diferentes idiomas maternos.

Y una ayuda directa a Lituania… En la construcción de los “primogénitos” de la industria de la comarca del Nemunas: las fábricas de máquina-herramienta de Vilnius “Zalgiris” y “Elfa”, por ejemplo, participaron empresas de más de 40 grandes ciudades de la Unión Soviética. La hidroeléctrica de Kaunas en el Nemunas fue construida por prácticamente todas las repúblicas, y la maquinaria y equipos para la gigantesca fábrica química de Kedainia las suministraron más de 300 empresas de todo el país. Y, desde luego, los lituanos respondieron de igual forma.

Para la Lituania de nuestros días el natural proceso de integración económica nacional se expresa en los suministros, hacia diferentes y numerosos rincones del país, de máquinas-herramienta de alta precisión, dispositivos y medios para la automatización, técnica para el cálculo electrónico, motores eléctricos, televisores, refrigeradores domésticos, artículos de la industria ligera, productos lácteos y cárnicos.

En especial son antiguos y firmes los lazos que unen a Lituania con la Federación Rusa. Durante los años de la dictadura burguesa con la Rusia soviética mantenían un invisible diálogo destacadas personalidades de Lituania en Rusia aprendieron a construir una nueva vida después de la reinstauración del Poder soviético en 1940.

“¡Nosotros te amamos, Rusia! –exclamó el poeta lituano Eduardas Miezelaitis durante las tradicionales Jornadas de la cultura de la RSS de Lituania en Moscú-. Te queremos porque rompiendo las pesadas cadenas de la esclavitud, tú, por vez primera, empezaste la creación de un muevo mundo; porque, en los años de calamidades y ruina, extendiste la mano en ayuda de todos los pueblos de nuestro inmenso país, abriendo ante ellos el maravilloso horizonte de libertad y la felicidad. Nosotros te amamos por las grandes tradiciones humanas de Pushkin y Dostoievski, Repin y Tchaikovski, Tolstoi y Gorki. Te queremos fielmente porque en tus entrañas nació el más grande revolucionario de todos los tiempos y pueblos: Vladimir Ilich Lenin, el cual creó un amplio frente de osados luchadores revolucionarios…”

El internacionalismo soviético es la base de las relaciones que entrelazan a pueblos con diferentes idiomas natales, pero que se comprenden unos a otros gracias al idioma ruso, lengua de la comunicación entre los pueblos soviéticos.

El partido, fundado por Lenin, no podría dirigir la sociedad, si los comunistas de multinacional Estado no fueran, ante todo, internacionalistas.

“El partido ha logrado (dijo en uno de sus discursos L.I. Brézhnev) que el internacionalismo, antes ideal de un puñado de comunistas, haya llegado a ser profunda convicción y norma de conducta de millones y millones de soviéticos de todas las naciones y etnias” (L.I. Brézhnev. Nuestro rumbo: la paz y el socialismo. Moscú, APN, 1975, pág. 309).

En cada fábrica, grande o pequeña, de cualquier, de cualquier república trabajan representantes de muchas nacionalidades. Cada una de las repúblicas federadas resuelve las más importantes tareas que afronta el Estado soviético, comunes para todos. Todo el país lucha por alcanzar una gran producción de trigo, por el reequipamiento de la industria. El país, conjuntamente, construyó la fábrica de automóviles del Volga y la que se encuentra en el Kama (“KamAZ) y, actualmente, tiende el ferrocarril Baikal-Amur.

Ahora nosotros decimos: la economía soviética, la ciencia soviética, la cultura soviética. Tras esto se encuentra la experiencia soviética general, la acumulación material y espiritual de todos los pueblos del país. Gracias a ellos, Lituania, simultáneamente y junto con otras repúblicas, construyó una sociedad socialista desarrollada, aunque inició el camino de las transformaciones socialistas un poco más de 20 años despu7és que ellos. En esto, antes que todo, se mostró la acción de las leyes del internacionalismo.

Hoy día la república se ha convertido en un Estado multinacional, reafirmando sus logros y avances en la Constitución de la RSS de Lituania aprobada en 1978.

Tomado de “Lituania”, de la colección "Repúblicas Socialistas Soviéticas" de la Editorial de la Agencia de Prensa Novosti, Moscú, 1982.