Es muy posible que la cadena de horrendos ataques haya sido obra de los talibanes, pero esto no altera la sustancia del problema. También en Pearl Harbor el ataque fue obra de los japoneses. ¿Es creíble pensar que los talibanes, creados, financiados, armados y formados por la CIA para combatir la invasión soviética de Afganistán, no estén infiltrados de algún modo por ellos? ¿Nos quieren hacer creer que el FBI o la CIA no sabían nada de esto? No podemos decir en qué consiste la trama, no disponemos de las fuentes de información necesarias. Pero si ellos hicieron la guerra bajo la consigna de «Recordad el Maine», ahora SI; ahora todos los pueblos del mundo tenemos que recordar El Maine, recordar Pearl Harbor, recordar el asesinato de Kennedy.... Porque no tendremos los datos, pero sí la memoria...
Dos años más tarde, el ex ministro de medio ambiente de Tony Blair, representante del ala izquierda del laborismo que se opuso con firmeza a la guerra de Irak, hacia un repaso de todos los puntos oscuros sobre la investigación del 11-S, aportando datos que demostraban como importantes aparatos de Estado norteamericanos tenían conocimiento de los atentados de Nueva York meses antes de producirse.
Las investigaciones colocaban ante la pista con tal precisión que sólo la decisión de enterrarlas en el cajón de un despacho central permitió el desenlace del 11-S que todos conocemos. Los servicios de espionaje norteamericanos acumularon desde diciembre de 2000 numerosos indicios de que Bin Laden preparaba un gran atentado en EE UU y conocían desde años antes los planes de Al Qaeda de utilizar pilotos suicidas para destruir edificios con aviones. Varios servicios de inteligencia de países árabes habían advertido a Washington de la inminencia de un ataque de Al Qaeda sobre territorio estadounidense. Y miembros del FBI han denunciado la paralización, por parte de las cúpulas de la Agencia, de investigaciones que iban encaminadas a desmantelar la trama terrorista antes de los atentados. Incluso el 6 de agosto de 2001, los servicios secretos norteamericanos pusieron a disposición de Bush un informe titulado: «Bin Laden decidido a golpear en EE UU», donde se especificaba el posible secuestro de aviones comerciales.
El ex ministro británico concluía su artículo con un veredicto contundente: «Con semejantes antecedentes, no resulta sorprendente que haya quienes han visto en la incapacidad de EEUU a la hora de prevenir los atentados del 11-S el montaje de un magnífico pretexto para atacar Afganistán con una guerra que, sin duda alguna, había sido cuidadosamente planificada con antelación. No faltan antecedentes. Los archivos nacionales de EEUU han puesto de manifiesto que el presidente Roosevelt recurrió exactamente a esta argucia en relación con Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941. Se recibieron por adelantado noticias de los ataques, pero la información nunca legó a la flota estadounidense. La consiguiente indignación nacional convenció a la hasta entonces reticente opinión publica a entrar en la II Guerra Mundial».
De manera semejante, el borrador del PNAC (Proyecto para un Nuevo Siglo Norteamericano, organización a la que pertenecen Donald Rumsfeld o Dick Chenney) de septiembre del 2000 da por sentado que es probable que el proceso de transformación de EEUU en «la fuerza dominante del futuro» se prolongue durante mucho tiempo si no se produce «algún acontecimiento catastrófico y catalizador, como un nuevo Pearl Harbor». Los atentados del 11 de septiembre permitieron que EEUU apretara el botón de adelante en una estrategia que se corresponde exactamente con las prioridades del PNAC que, de no haber sido así, habría resultado imposible de llevar a la práctica».
Fuente: http://www.uce.es/DEVERDAD/ARCHIVO_2005/26_05/DV26_05_13repcentral.html
Fuente: http://www.uce.es/DEVERDAD/ARCHIVO_2005/26_05/DV26_05_13repcentral.html